La nueva "guerra" del cartel de los locos
Por: Daniel Samper Ospina
En el partido renacen aspiraciones refrescantes como la doctora María del Rosario Guerra de la Espriella: nadie mejor que ella, que cuenta con el apellido preciso para representar a Uribe.
El mismo día en que Óscar Iván Zuluaga anunció la suspensión de su precandidatura presidencial por el Centro Democrático, en medio de peleas intestinas por el caso Odebrecht, el portal digital de SEMANA tituló con las siguientes palabras. ‘Cayó el cartel de los locos’.
Me pareció un exceso que se refirieran de semejante modo al partido del doctor Uribe, y me dispuse a redactar un mensaje de protesta contra el portal: es lícito no estar de acuerdo con los planteamientos políticos del líder de Aburrá, ni más faltaba; pero cosa diferente es faltarle al respeto a su colectivo, que cuenta con la personería jurídica de rigor como para que uno lo califique como cartel. Y menos de locos.
Sí; no se niega que el doctor Uribe- y sus copartidarios- tienen sus peculiaridades; que la senadora Paloma Valencia parece desquiciada cuando entra en sus trances oratorios con que defiende a Uribe; que María Fernanda Cabal perdió hace rato el plural de su apellido.
También es verdad que el destituido neouribista Alejandro Ordóñez parece senil cuando convoca a una marcha contra la misma corrupción que promovió para quedarse en el poder: la misma corrupción que fue incapaz de advertir en los años ilegítimos de su mandato: porque que Ordóñez promueva una marcha contra la corrupción es como si Maluma promoviera un plantón contra las letras vulgares.
Pero hay manera de referirse a la excentricidad mental del uribismo. Y su caída aún no está asegurada, como para plantear semejante titular. Al revés: en el partido renacen aspiraciones refrescantes como la doctora María del Rosario Guerra de la Espriella, gran exministra de Comunicaciones cuya negligencia nos libró de tener que soportar ya nos dos canales nacionales, sino tres: nadie mejor que ella, que cuenta con el apellido preciso para representar a Uribe, para lanzarse de candidata por el Centro Democrático.
De modo que semejante titular no solo resultaba una falta de respeto, sino de rigor: a lo mejor, además, los uribistas no están locos. A lo mejor solo se hacen los locos ¿Cuál es la insania mental de Uribe al decir que la presencia de Sergio Jaramillo en su gobierno fue un “autoengaño”, por ejemplo? ¿No pueden entender los periodistas que hay gente que se engaña a sí misma, con autoengaños, del mismo modo que hay gente que se defiende a sí misma, con autodefensas, como el propio hermano de Uribe, o los aliados de la familia Guerra en Sucre?
De modo que no caído, ni cartel, ni mucho menos de locos. Dispuesto a protestar por aquel título ingenioso, sí, pero perverso y malintencionado, me dispuse a dejar un mensaje en las casillas de opinión: ¿Qué clase de villano titula en Semana.com?, quería preguntar; ¿Juan Carlos Pastrana, acaso?
Pero en ese preciso momento leí el primer párrafo de la nota, y comprendí mi error.: el artículo hacía alusión, en realidad, a los falsos locos de la gobernación de Julio César Tulena, tío de doña María del Rosario, cuyos asesores, durante su Gobernación, llenaban planillas enteras con pacientes mentales ficticios, y cobraban al sistema de salud exorbitantes sumas de dinero que se llevaban para su casa: y si te vi yo no me acuerdo.
Recordemos que, mientras ejerció como gobernador, el propio Julio César padeció de un alzhéimer tan profundo que habría podido militar en el Centro Democrático. Pero, paradójicamente, fue un personaje memorable.
Lo cual es difícil, porque el clan de los Guerra de la Espriella ha tenido lo suyo. Sino que a uno se le olvida: Joselito Guerra fue condenado por enriquecimiento ilícito durante el proceso 8.000; Antonio Guerra, investigado por paramilitarismo; Miguel de la Espriella, condenado a prisión por haber hecho parte del pacto de Ralito, y Julio César Guerra Tulena, nuestro gobernador olvidadizo, le entregó un multimillonario contrato a Enilse López, alias ‘La Gata’, según él porqué o engañaron: ‘Lo autoengañaron’.
Gobernó con alzhéimer prácticamente todo su periodo, asunto que jugaba a su favor cuando lo investigaban las autoridades.
- ¿Señor guerra, lo ha visitado ‘El Alemán’?
- Sí, mucho…
- ¿Freddy Rendón?
- No, no: me refiero al alzhéimer.
En medio de esos vacíos de memoria, es posible que el gobernador Guerra Tulena no haya obrado de mala fe: a lo mejor se trataba de un solo paciente, pero lo anotó varias veces porque se le olvidaba.
Como sea, lo destacable es que, a pesar de sus problemas ante la ley, el clan Guerra no deje al país en el olvido, valga la expresión, y lance la aspiración de doña María del Rosario como la nueva figura del departamento. Al fon sangre fresca.
Bien decía el mismo gobernador guerra Tulena que un país sin memoria está condenado al fracaso. Lo dijo cinco veces. Y en un cuarto de hora. Pobre. El hecho es que si María del Rosario obtiene una copiosa votación, demostrará que los enfermos mentales de las planillas, en especial los de Alzhéimer, no eran inventados: simplemente eran votantes. Y reivindicará a Alejandro Ordóñez y otros miembros del cartel de los locos, que saldrán a marchar en contra de la corrupción sin sentir que están marchando en contra de ellos mismos.